La empresa de Vilabella, especializada en etiquetas autoadhesivas y sistemas de identificación automática, empieza a fabricar y comercializar sus propias máquinas
Hace poco más de un año, GrupMicros, empresa familiar con sede en Vilabella (Alt Camp) dedicada a la fabricación de etiquetas autoadhesivas y a la comercialización e instalación de sistemas de identificación automática (lectores de códigos de barras, aplicadores automáticos de etiquetas, software...) decidió dar un paso adelante y empezó a diseñar, fabricar y comercializar sus propias máquinas. En concreto, máquinas para la aplicación de etiquetas.
Empezaron en octubre de 2020 y, desde entonces, «esta línea de negocio está funcionando muy bien», explica Aleix Roig, director general de GrupMicros, que cuenta que durante este año largo han estado fabricando «tanto etiquetadoras estándar como otras a medida para clientes, específicas para sus necesidades».
Hace algo más de un año, GrupMicros empezó una nueva línea de negocio dedicada al diseño, fabricación y comercialización de maquinaria destinada a la aplicación de etiquetas. De momento, ya tiene tres máquinas estándar en su catálogo.
De momento cuentan con tres máquinas propias en catálogo, a las que piensan seguir añadiendo modelos durante este 2022, para llegar a final de año con entre ocho y diez máquinas propias en su cartera de productos. «Están saliendo muchas oportunidades de negocio con la maquinaria», reconoce Aleix Roig, que destaca que, «con la pandemia, la gente tiende cada vez más a la automatización».
«El negocio principal de GrupMicros -señala Aleix Roig, segunda generación en esta empresa familiar- es la producción de etiqueta autoadhesiva para todos los sectores, desde la industria química a la industria auxiliar de automoción, el sector alimentario o el de la industria cosmética».
Con más de tres millones de metros cuadrados de consumo anual de papel y film, «podemos hacer cualquier cosa en el mundo de las etiquetas», explica Aleix Roig, que añade que donde no llega la capacidad productiva de sus instalaciones en Vilabella puede llegar la red de colaboradores con los que trabajan.
Etiquetas con troquelaje, con agujeros, con relieves de mucho grosor... la sofisticación de algunos diseños y pedidos puede ser alta, y por eso «nos gusta ayudar al cliente cuando todavía está trabajando en la etiqueta con el diseñador, para que se pueda fabricar, pagar y aplicar», explica Roig.
En GrupMicros «trabajamos con infinidad de materiales», donde destaca la especialización en los adhesivos: removibles, muy permanentes, flexibles... cada material está pensado para un uso concreto, y no será lo mismo una etiqueta autoadhesiva para una botella de vino que tenga que estar sumergida en una cubitera que otra que deba aplicarse en un envase de cosmética.
Sus clientes van desde grandes empresas multinacionales hasta pequeñas empresas con pedidos de apenas 500 o 1.000 etiquetas. Y, «aunque no hay producciones mínimas, según en qué volúmenes de etiquetas no merece la pena producir», explica Aleix Roig, que añade que la digitalización está permitiendo que la cantidad mínima a partir de la cual sale rentable producir una etiqueta sea cada vez más baja.
Aunque la mayoría de clientes de GrupMicros acude a ellos con sus propios diseños para la fabricación de etiquetas autoadhesivas, en esta empresa disponen de un pequeño departamento de preimpresión capaz de dar respuesta a las demandas de diseños personalizados.
Pero si un sector destaca en la línea de negocio de etiquetas autoadhesivas de GrupMicros es el de la botellería. En el año 2006, esta empresa que emplea a unas 50 personas en sus 2.500 metros cuadrados de instalaciones en Vilabella decidió «dar un impulso a las etiquetas autoadhesivas para botellería», explica Aleix Roig.
Esa decisión les ha convertido en «una de las cuatro o cinco empresas que hay en Catalunya capaces de fabricar este tipo de etiquetas», destaca Roig, diferenciándoles de las aproximadamente 250 empresas que en Catalunya fabrican hoy etiquetas autoadhesivas estándar, como las que se colocan en palets y cajas de embalaje.
La botellería, y especialmente las botellas de bodegas de vino, son la gran apuesta de valor añadido para las etiquetas autoadhesivas que fabrica esta empresa familiar con centro de producción en Vilabella. Al sector del vino se le suman el cava, el aceite, el vinagre o la perfumería.
Camp de Tarragona y Penedès son también el principal mercado del resto de sus etiquetas autoadhesivas, con clientes del sector industrial, alimentario o cosmético entre sus destinatarios.
El negocio centrado en sistemas de identificación automática (donde entran sus etiquetadoras automáticas, pero también hardware y software de otros fabricantes), por último, tiene en este caso una dimensión estatal, con clientes repartidos por toda España y aproximadamente un 30% de la facturación anual de GrupMicros.