Así funciona el mayor centro de Amazon en España

2022-07-29 09:31:01 By : Ms. Clouby Zheng

Por Gabriel Ubieto y Carles Planas Bou Imágenes: Ferran Nadeu Infografías: Alex R. Fischer

El mayor centro logístico en España del gigante del comercio electrónico Amazon se encuentra en El Prat de Llobregat. Su localización es estratégica: está a tan solo 3,5 kilómetros del aeropuerto de Barcelona y a otros 15 del puerto, por donde llegan muchos de los productos que recibe y reparte.

Operativo desde el 4 de octubre de 2017, el gran almacén logístico de la multinacional estadounidense ocupa unos 200.000 metros cuadrados repartido en tres plantas en las que se puede gestionar el máximo de un millón de productos cada día. En el trabajan más de 3.000 personas, procedentes de 65 países distintos.

Es el centro logístico de Amazon con la robotización más avanzada y moderna del país, con hasta 6.000 robots, dos por cada empleado humano.

Estas máquinas funcionan desde el primer año del almacén, antes incluso de que los trabajadores tuvieran la antigüedad suficiente para poder organizarse sindicalmente. Dichos robots, parecidos a una 'roomba' de tamaño industrial, son claves en el almacenamiento y transporte de productos, cuyo destino se extiende por la Península y el área mediterránea.

El primer paso en la cadena de producción del centro BCN1 de Amazon es la recepción del producto. Es en este punto inicial donde los transportadores descargan los artículos en cajas negras que reciben los trabajadores del almacén a través de cintas transportadoras.

Esas cajas negras se conocen internamente como 'totes'. No es un mote aislado: como en Estados Unidos, Amazon España recurre a una jerga especializada llena de anglicismos para describir los distintos pasos del proceso. Por ejemplo, a los trabajadores no se les llama trabajadores, sino 'Associates' (Socios o asociados, en inglés).

Estas cajas negras con productos son redirigidas a los empleados del almacén BCN1 de Amazon encargados de clasificarlos para que después puedan ser almacenados de forma ordenada.

Tras su categorización, el trabajador saca los artículos de la caja negra y los coloca en estanterías amarillas robotizadas que se desplazan hasta el almacén. Cada uno de los más de 6.000 robots del centro son como hormigas, pues levantan más de 10 veces su peso. Con sus 130 kilos pueden mover hasta 1.500. Los productos se almacenan y pueden estar guardados durante meses hasta que alguien haga clic en su pantalla y los adquiera, lo que activa otra parte del proceso.

Este método de nevera permite a Amazon afrontar de forma más eficiente los picos de demanda, que suelen producirse entre el 'Black Friday', a finales de noviembre, e inicios de febrero, cuando se devuelven muchos productos regalados durante la Navidad. Otro pico coincide con el 'Prime Day', el día en que, a mediados de julio, Amazon lanza ofertas especiales para algunos clientes.

Los empleados trabajan ocho horas al día repartidas en dos turnos en dos o más áreas distintas de la cadena de producción. Media hora antes de empezar reciben un SMS en el que la dirección les comunica la posición que ocuparán durante su jornada laboral. Es por eso que la multinacional destaca la polivalencia de sus trabajadores y evita que se asimilen a un puesto concreto, junto a unos compañeros concretos.

En el proceso de clasificación un trabajador recibe entorno a 300 productos por línea durante cada hora. Estos, por normativa interna, no pueden pesar más 15 kilos. Amazon asegura que no controla la productividad laboral de los empleados, aunque sí evalúa cada uno de los procesos mediante precisas métricas, como la seguridad, la velocidad de embalaje o que no haya defectos en los envíos.

Toda esa información sirve, según cuentan fuentes de la compañía, para mejorar la eficiencia de los procesos. Y toda decisión, insisten, siempre es tomada por los 'managers' y no automáticamente por sistemas de Inteligencia Artificial (IA).

Desde tu ordenador o desde tu teléfono móvil, comprar en Amazon es tan fácil como hacer 'clic' y esperar a que el producto llegue a la puerta de tu casa. Detrás de la pantalla, hay miles de empleados trabajando a todo ritmo para que eso suceda, y es que la multinacional tiene el compromiso de no tardar más de dos horas desde que el consumidor compra el artículo y este es cargado al camión para su reparto.

Para poder cumplir con esos ritmos, los robots transportadores -esa especie de 'roomba' industrial- juegan un papel clave. Traen bloques enteros, cual tetris, hasta el trabajador para que este seleccione los productos y luego devuelven la estantería a su puesto, en un baile de piezas que compatibiliza extraer algo con rapidez y almacenar gran cantidad de productos.

En función de la demanda registrada, el algoritmo de Amazon establece las prioridades y recomienda traspasar trabajadores de un punto hacia otro, dependiendo de las cargas de trabajo. Si detecta que se está generando un embudo en una fase, se dispara una alerta que recomienda al 'manager' mover a operarios hacia allí para agilizar el proceso.

El sistema elabora esas recomendaciones en base a las métricas que la compañía recopila de cada uno de los movimientos que el producto realiza por su centro logístico. Es finalmente el jefe de área quien decide cómo organizar a los trabajadores para que todo fluya con eficiencia.

Una vez se produce la compra en línea de un producto en Amazon, se activa el proceso para que el cliente lo reciba. El primer paso es la selección de ese objeto concreto, tarea de la que se encargan los trabajadores de otra área. Estos deben escoger los ítems de las estanterías amarillas robotizadas que llegan a su puesto y rellenar las cajas negras que irán al siguiente punto, el de embalaje y empaquetado.

Esta es la parte con mayor presión del proceso, pues para ser eficientes el tiempo de reacción es limitado. En el caso de que se produzcan incidencias, como que un objeto caiga de su estantería, hay un equipo que se encarga de resolverlas sin que perjudiquen el ritmo de producción. Para ello tienen un plazo máximo de diez minutos. ¿Puede eso ser estresante? "Estresante no, yo lo veo más como adrenalina", explica una de las trabajadoras de ese equipo.

La última fase de la cadena de producción de la planta de El Prat de Llobregat es el embalaje de productos: los trabajadores deben empaquetar los objetos en las características cajas de cartón con el sonriente logotipo de la multinacional.

El empaquetado debe hacerse con la mayor velocidad y efectividad posible, lo que supone más presión. Según lo observado por este diario, el ritmo es de unos 15 segundos por objeto, lo que en un turno de cuatro horas equivaldría a empaquetar cerca de 1.000 ítems (960). Aún así, Amazon no ofrece datos concretos sobre ello.

Tras varios escándalos remitidos hace años desde el Reino Unido, la compañía explica que si los trabajadores tienen la necesidad de ir al baño durante el proceso pueden parar sin problema y la carga de trabajo que no asuman pasará al siguiente compañero en la cadena.

Una vez empaquetado, el producto se coloca en una cinta donde máquinas lo etiquetan con la dirección final, lo que hace que el trabajador no sepa quien es el destinatario.

Para proseguir su apuesta por la automatización de sus centros, Amazon asegura que su prioridad es invertir y seguir creciendo en robots en su almacén de El Prat, no en contratar a más empleados humanos.

Una vez etiquetado, el paquete rueda por las múltiples cintas automáticas del almacén hasta la zona de estacionamiento de camiones y furgonetas. Allí es cargado para o bien ser enviado a otros almacenes de Amazon o centros de reparto de última milla o bien para su entrega ya directamente a domicilio.

Amazon se define como un "actor logístico" y rehúye cualquier asociación con el reparto o la mensajería. Miles de paquetes con su logo circulan por las carreteras españolas, pero la mayor empresa de comercio electrónico del planeta no opera en España con ningún repartidor directamente contratado en su plantilla.

Su modelo de reparto y entrega ha ido mutando con el tiempo. Inicialmente testearon el modelo "Flex", que consistía en trabajadores autónomos que aportaban su propia furgoneta, cargaban cada día los paquetes que Amazon les daba y se pasaban la jornada de casa en casa por 60 euros al final de la jornada. Este modelo, tras acumular varapalos de la Inspección de Trabajo, ha sido finiquitado.

Ahora Amazon reparte a través del modelo bautizado como 'DPS'. Este consiste en ofrecer a pequeños empresarios la posibilidad de montar una flota de furgonetas y subcontratarles a ellos el proceso de reparto. Con una pequeña inversión inicial de menos de 50.000 euros les permite hacerse con facturaciones anuales que superan el millón.

Desde la multinacional alegan que no mantienen control alguno sobre los procesos de reparto y que dicha tarea está externalizada completamente. No obstante, según una investigación de 'eldiario.es', Amazon planifica sus rutas, conoce la ubicación de los mensajeros en todo momento, sigue el proceso de entrega y los evalúa periódicamente, premiando a través de sus algoritmos a aquellos más eficientes y penalizando a los menos.

Un reportaje de EL PERIÓDICO

Textos: Gabriel Ubieto y Carles Planas Bou Imágenes: Ferran Nadeu Infografías: Alex R. Fischer y David Jiménez Coordinación: Rafa Julve