Un nuevo mapa para la cadena del valor del agro

2022-08-27 04:00:42 By : Mr. TEYES Factory

Juan Luciano, CEO y presidente de ADM disertó en Experiencia Idea Agroindustria, presentado por el presidente de Idea Centro, Enrique Humanes. 

Industria. Idígoras, Bosch, Acasstello y Ramírez Martiarena (en forma virtual) analizaron la geopolítica del sector.

En un mundo donde la demanda de alimentos y energía se instaló aceleradamente como la prioridad número uno tras la pandemia, la guerra entre Rusia y Ucrania y los efectos del cambio climático, la Argentina vuelve a tener una oportunidad inédita de estar entre los líderes de ese mercado. Y el sector agroindustrial, que hoy es uno de los principales generadores de divisas del país, quiere jugar fuerte ese partido, acentuando los procesos de transformación hacia “la seguridad alimentaria, la salud y el bienestar humano y animal; y la sustentabilidad”, tal como definió Juan Luciano, CEO y presidente de ADM, la multinacional de agronegocios más grande del mundo.

El desafío no es menor. El ejecutivo recordó que hay estudios que afirman que el mundo va a tener que producir más comida en los próximos 40 años que en los últimos 8.000 años. Pero eso también involucrará una agricultura eficiente por la escasez de tierras cultivables; el transporte de materias primas a distintos puntos del mundo que va a tener para 2050 casi 2 billones de personas más; alimentos con otros niveles nutricionales, y, además, prácticas de producción sustentable que permitan secuestrar carbono del planeta.

Lo dijo frente a los principales referentes del sector agroindustrial de la Argentina que esta semana se reunieron esta semana en Rosario en “Experiencia Idea Agroindustria”, el encuentro más representativo de la actividad, que se enfrenta a un mundo cambiante, con nuevos realineamientos comerciales no sólo vinculados con aspectos económicos sino también, y ahora tras la guerra mucho más, geopolíticos.

“Queremos dos cosas: que Argentina sea potencia agroindustrial y potencia bioenergética, brindando monetariamente la sustentabilidad para posicionarnos en el mercado mundial de carbono”, dijo el presidente de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara), Gustavo Idígoras, para definir los lineamientos en los que trabaja el sector en forma doméstica, reflejado en un plan agroindustrial que el sector está elaborando para presentar al gobierno. Dejó en claro así el lugar en el que buscan insertarse las compañías que operan en el país en este nuevo tablero mundial tan cambiante.

El reordenamiento global tras la pandemia y la guerra transformó radicalmente el funcionamiento de las cadenas globales de suministros y el “just in time” (justo a tiempo) dio paso al “just in case” (por si acaso). En este escenario, las empresas comenzaron a definir relocalizaciones más cercanas, a invertir en almacenes para asegurarse inventarios y stocks, y a cambiar sus alianzas estratégicas ya no sólo en función de aspectos comerciales sino también políticos, haciendo acuerdos con aliados estratégicos. Así como la pandemia mostró la gran dependencia del mundo occidental con China, la guerra en Ucrania “movió el debate logístico a un plano militar, que reordenó alianzas comerciales en función de diferencias ideológicas”, planteó Luciano, de ADM.

Dijo también que la multinacional está “continuamente alineándose a las tendencias globales”, afirmó el ejecutivo, y que actualmente pone el foco en fomentar “prácticas de agricultura regenerativa; transporte de estas materias primas, transformación de las mismas en soluciones que alimenten al mundo; y definiendo nuevas vías de nutrición para seres humanos y animales”. Además, está “participando activamente en el rol de liderar la descarbonización del planeta”, aseguró.

En ese marco, el argentino Gonzalo Ramírez Martiarena, ex ejecutivo de Dreyfus y fundador y Ceo de Swiss Pampa SA _una compañía que con sede en Suiza promueve el desarrollo de start ups del sector_ consideró que “la disrupción del encierro general generada por el Covid 19 hizo romper las cadenas de abastecimiento del justo a tiempo”. Ahora, dijo, comenzarán a “aparecer ineficiencias porque se empiezan a buscar otros sistemas, ya no basados en el “just in time” sino en el “just in case” donde se comienzan a manejar stocks”.

Aunque consideró que “esto no afecta tanto a los commodities agrícolas”, sí impacta en el resto de la industria. “La invasión de Rusia a Ucrania rompió todos los esquemas en el mundo y dejó a la vista la necesidad de cortar ciertas dependencias con un solo país o un solo producto”, dijo.

Citó como caso más emblemático el de Alemania, que se abastecía exclusivamente del gas ruso. “En este contexto no sólo hablamos de un invierno con más frío para Europa sino de complicaciones en la productividad de uno de los países más industrializados”, dijo y alertó: “Sin gas ni energía no hay productividad”.

Tanto Ramírez Martiarena como Luciano coincidieron en que el nuevo escenario global dejó una enseñanza grabada a fuego: evitar la dependencia de un solo mercado. Por caso, China para las manufacturas y Rusia para la energía. “Por ahora prevaleció el pragmatismo y los productos siguen fluyendo pero es de esperar que los gobiernos presten más atención a estos sistemas”, dijo el CEO de ADM, aunque consideró que “la globalización está entrando en una nueva era, adaptándose a los cambios del mundo”.

Industria. Idígoras, Bosch, Acasstello y Ramírez Martiarena (en forma virtual) analizaron la geopolítica del sector.

En ese sentido, dijo que está viendo cambios desde el punto de vista de los escenarios estratégicos. “El comercio mundial se recuperó rápidamente después de la pandemia pero hay claramente más regionalismo que globalismo, más gobiernos considerando políticas industriales y subsidiando más a su producción doméstica que a ciertos productos considerados estratégicos, hay potencialmente mayores tarifas aduaneras o algunas de más elevadas, y algunas restricciones al flujo de capitales”, advirtió.

Por otro lado, aseguró que las empresas “están hablando de traer sus inversiones más cerca (reshoring) y eso se traduce en más generación de empleo doméstico”, aunque aclaró que la contracara es que esos procesos “están alimentando una inflación estructural por mayores costos, en un momento en el que no podemos tener mayor presión de precios porque ya los valores de la energía son muy elevados”.

Por eso, a su juicio el proceso de transición energética que se viene, con el paso de combustibles convencionales a renovables, “va a ser inflacionario”, porque la industria del petróleo, que demanda mucha inversión de capital va camino a desaparecer como negocio.

En ese marco, Luciano _ argentino nacido en Rosario y criado en San Nicolás_ insistió en la necesidad de mirar los procesos en el largo plazo. “No es prudente sobrerreaccionar” ante fenómenos de coyuntura y, en cambio, enfocarse en las tendencias a largo plazo como acciones que permitan el secuestro de carbono. “En ADM estamos mirando esto y apuntamos a tener un combustible o un insumo que responda al máximo a eso”, dijo.

“La oportunidad de Argentina es fantástica en un mundo donde necesitamos más alimentos, minerales, combustibles”, aseguró.

“Hay que seguir invirtiendo en infraestructura y logística”, aconsejó Luciano y señaló que según datos que manejan en el sector a nivel global “el chacarero argentino tranqueras adentro es el más productivo del mundo, pero pierde eficiencia cuando tiene que trasladar su producción hacia el puerto o al resto del mundo”.

“Hay que mejorar los costos de logística”, afirmó Víctor Accastello, sub gerente general de ACA y consideró que a eso el país debe sumarle costos competitivos en materia energética. La cooperativa viene ganando posiciones en el mercado externo de bioetanol a través de exportaciones a Europa. “Hoy las energías renovables tienen un costo sensiblemente bajo por la incorporación de tecnología y Argentina debería crecer allí e invertir en líneas de transmisión y nodos, donde tenemos un déficit importante”, agregó el ejecutivo.

Esa inserción debe ser virtuosa según definió Ramírez Martiarena. “Tenemos que involucrarnos en todo lo que tiene que ver con la tecnología aplicada a la nueva producción de alimentos desde Argentina”, dijo, para complementar lo que ya se produce. “En este reordenamiento geopolítico no hay que olvidar que China tiene una enorme dependencia de la producción de maíz y soja de América para alimentar a su gente que seguramente van a tratar de modificar”. Apuntó como un dato a tener en cuenta la compra de la compañía Syngenta que fue adquirida por el grupo chino propiedad de Sinochem Holdings. “China se encarga de producir los mejores insumos del mundo para que la productividad crezca”, indicó, como un dato para analizar en el nuevo tablero mundial.

También advirtió sobre las miradas cortoplacistas que en muchas ocasiones hacen perder el eje de las estrategias de coyuntura. “Cuando se analiza la agricultura y la energía hay que mirar el corto y largo plazo”, dijo. Planteó que “hubo una explosión de precios en los últimos tiempos, pero hoy vemos que en pocos meses los commodities valen menos que antes del 24 de febrero que fue la invasión de Rusia”, dijo y llamó a “atemperar un poco los ánimos y tener cuidado”.

Como ventaja, Argentina ya tiene un camino recorrido y un buen desarrollo en el mercado de los biocombustibles y potenciar ese segmento es para el sector otro desafío en este escenario de transición energética ligada a la sustentabilidad. “Brasil corta las naftas al 27,5% de bioetanol de caña y de maíz y también y Argentina al 12% (6% maíz y 6% caña)”, dijo Accastello y planteó que si subiera los niveles al rango del país vecino, “esos 15 puntos significarían 1,5 millón de metros cúbicos por año, que representarían 10 nuevas plantas industriales de 150 metros cúbicos y 375 mil toneladas de maíz con mayor agregado de valor y más empleo”.

“Argentina tiene que trabajar en forma urgente en infraestructura y energía” consideró Ramírez Martiarena y en este último caso el país “podría haber hecho mejor algunos deberes” ya que ante una demanda creciente “tenemos una de las fuentes de gas más ricas del mundo y no estamos con capacidad para proveerlo”, aseguró.

Aun así, “nos podemos acoplar en el largo plazo al proceso de transición energética más limpia” que está en marcha. “Tenemos una oportunidad enorme para el maíz y la caña de azúcar destinados a bioetanol”, dijo, aunque alertó sobre las tendencias de corto plazo que tapan la perspectiva de largo. “En 2030 en Europa no va a haber más autos diesel y por eso hay que tener mucho cuidado con cómo manejamos las estrategias de largo plazo respecto del biodiesel, porque se corta con el diesel, que es un combustible del que se saldrá rápidamente”, advirtió.

Aunque dijo que allí el país puede insertarse desde una mirada más integral del negocio: “podemos capturar carbono y producir alimentos y energía”, aseveró.

En este nuevo escenario Argentina tiene la posibilidad de insertarse, pero concretar ese objetivo requiere – en un país atravesado hoy por una inédita crisis económica de carácter político_ afinar un plan de largo plazo que encuentre al sector público y privado alineados en objetivos estratégicos en lugar de trenzados en escarceos permanentes.

Y en esos términos lo plantearon los referentes del mundo agroindustrial reunidos en el encuentro de Idea. En esta oportunidad, los discursos conciliadores y de miradas de largo plazo les ganaron terreno a las críticas por la situación cambiaria o al reclamo de medidas oficiales. Incluso hubo espacio para valorar iniciativas como el régimen especial para la liquidación de soja dispuesto por el gobierno. “Vemos positivamente esta medida, va en la dirección correcta”, dijo Roberto Murchison, presidente de Idea y número uno del grupo homónimo.

La decisión de formular una plataforma empresarial que supere la coyuntura en lugar de sentarse sobre el reclamo es el camino que parece haber elegido el sector. Así lo dejó en claro Mariano Bosch, director de Idea y cofundador y CEO de Adecoagro, una compañía que tiene presencia en Argentina, Uruguay y Brasil. “Estamos convencidos de que como país tenemos un sistema sustentable de producción o una máquina de fijar carbono que es lo que hoy demanda el mundo”, dijo.

“En Argentina tenemos que poder producir alimentos, energías renovables en forma sustentable, que quiere decir fijar carbono y comercializar esos créditos”, dijo. El empresario consideraba ese mercado casi una entelequia pero este año le permitirá a Adecoagro facturar u$s 20 millones en Brasil.

Por caso, Indigo, la start up argentina que desarrolla a nivel global soluciones para una agricultura sustentable, logró la primera homologación completa de créditos de carbono. “Fuimos la primera en hacer a escala la medición de captura de carbono homologada por Climate Action Reserve (CAR), unas 20 mil toneladas certificadas que representan el equivalente a la emisión de 20 mil vuelos de Nueva York a París”, dijo Dario Maffei. Sólo en Estados Unidos, si se suman todas las empresas que cotizan en Bolsa para capturar créditos de carbono, el mercado asciende a u$s 14 billones de dólares y hay 3000 firmas en el mundo alistadas para eso.

La agtech Kilimo, que arrancó como una app para potenciar esquemas de riego y hoy brinda servicios ecosistémicos, firmó en febrero firmó el primer contrato donde la agricultura le vende ahorro de agua a la industria, según indicó su CEO, Jairo Trad.

Sucedió este lunes a la madrugada. La víctima tenía 16 años. Dos sicarios en motos lo atacaron en su casa, en La Pampa al 7300. El chico logró escapar pero lo alcanzaron cerca del puente de la autopista a Córdoba.